Pilar Prades entra como sirvienta en casa de un matrimonio valenciano dueños de una tocinería. La propietaria muere en extrañas circunstancias. Al intentar suplantarla es despedida y contratada de nuevo, por medio de su amiga Amelia, en casa de Isabel Juncosa; al poco tiempo ambas caen repentinamente enfermas, lo que levanta las sospechas de su esposo, médico y militar. Pilar es detenida e interrogada por la policía que la hace firmar su confesión. Pilar es condenada a muerte a pesar de que no hay pruebas concluyentes. Será la última mujer ejecutada a garrote vil.