Carlos y Elvira nunca fueron la pareja ideal, pero encontraron el de sobrellevar el hastío de esa relación. Ella estaba harta de no ser escuchada, soñaba con cosas que sabía que jamás ocurrirían. Su marido estaba obsesionado con las carreras de caballos, y se mantenía ajeno a los sueños de esa mujer que para él era solo un adorno. Las horas muertas comienzan a acumularse pariendo odios y ambiciones. El clima se hace asfixiante. En la casa del fondo viven la hermana de Elvira y su pareja, quienes no toleran el maltrato de Carlos hacia Elvira. Primero, la decisión de Elvira: divorciarse y con ella el peligro de quedar en la calle. Luego el despido de Carlos, acompañado de una jugosa indemnización. Todo esto lleva a las tres mujeres a elaborar un plan con torpeza para deshacerse de aquel hombre y quedarse con su dinero, pero el sonido del timbre les arruina los sueños.