Apenas 24 horas después del mayor atentado terrorista de la historia de Europa, se procede a desguazar los trenes en los que se produjo la masacre. Los vagones, esenciales para la investigación del caso, fueron destruidos rápidamente y, con ellos, la oportunidad de recoger, analizar y contrastar pruebas de tal importancia como muestras de ADN o análisis del explosivo utilizado.