No lo impidieron los ríos desbordados de Guatemala ni las distancias casi infranqueables del desierto africano. Tampoco lo pudieron impedir los desastres naturales en Haití ni el calor intenso de las praderas de Namibia. Hasta allí han llegado varios cineastas cubanos --bajo la dirección general de Guillermo Centeno-- para entregarnos su testimonio como corresponsales de guerra. Porque "Montaña de luz" es el testimonio de una guerra justa y permitida: aquella que desarrollan contra el hambre, la falta de asistencia médica y por la preservación de la vida, hombres y mujeres guiados por grandes sentimientos de amor. No importan las diferencias de lenguaje ni de cultura: en su entrega mística (porque es humana) podemos avizorar ese otro mundo posible que emergerá, que ya está emergiendo --ahora y mañana, es decir, siempre-- en este mundo desigual e injusto de hoy.
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